martes, 28 de agosto de 2012

Amnesia sensomotora.



Bola de arcilla dentro de la esfera, casi hueca, que retumba por arriba…ciclos de gases nauseabundos que se tornan grises, inestables negros. Mucho azul y casi nada de magnetismo. O es la auto exigencia de la perfección lo que nos impulsa a no sentir el avance. ¿Avanzamos o estamos enredados en la casa del caracol, esperando a ser secos fusión con la sal o el Sol? Esperando que otro se haga cargo de nuestra destrucción.
Esa bola Poder, al contacto con la emocional masa se vuelve el más fuerte fluido rojo, desprendiéndose de su interna condición de cohesión. Dudar de Todo. Y perderse en el  tiempo. La marea recoge también, cada tanto, momentos de lago en que el transporte acentúa en lo más hondo, la comprensión de su ahora. El silencio y los pájaros. Ancla su existencia, le da estimulo al Ser, vivo. Se recuerda entre las algas.

Momento, la unión, entre el agua y el aire. Condición de desarraigo a una sola conducta. Expandir y contraer super-puestos. Ardientes las ganas. Y la persona se come a sí misma, por dentro. Empezando por el fluido rojo. Su flujo estanco genera el resto. Amnesia sensomotora.

Voy a distinguir formas entre formas y olerte. Filtrar y dejarme penetrar cada vez menos, cada vez más profundo. Sin duda, voy a comer tu persona por dentro, el color que me es ausencia. No recuerdo el contacto. Es extraño tocarme con amor.

Hay un flujo, a veces enredado. Que viaja dulce a la unión con el mar, para cristalizar, momentáneamente, la sensación de caricia. El Sol va a disolverlo, y la caricia va a ser Alimento. 

Contacto que con tacto nos recuerda. 


El SI mágico.

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